top of page
Buscar

MUJERES/POLICÍAS

Foto del escritor: Daniela Aguilar OrtizDaniela Aguilar Ortiz

Vísperas, 2000



A esta marcha no asistí. Soy una feminista inconstante, no me enteré y además tenía que ir a trabajar. Así es, soy una asalariada.


Sin embargo, en marzo sí fui -hubieron momentos hermosos- aunque también me gustaría hablar de las mujeres policías que en la #8M fueron rociadas con gasolina (mientras protegían el hemiciclo a Juárez) amenazadas por las compañeras de ser incendiadas, me quisiera detener en el rostro de terror de estas mujeres policías mientras apresuradas se enjuagaban unas a otras, había pánico, había confusión, habían ojos rojos. Me siento la soplona del grupo, me es inevitable no poner la mirada en las mujeres policías, mi historia de vida me lo demanda. Me gustaría hablar del círculo de mujeres mayores que se armó alrededor de estas policías y de los insultos, burlas y descalificaciones que las compañeras les lanzaron. A mis compañeras no les importó mucho que la mayoría tuviera más de sesenta años y que también estuvieran acompañando la marcha feminista. Me gustaría hablar también de las palabras que las compañeras les dedicaban a las mujeres policías llamándolas "puercas, traidoras, marranas" y de como aquella vez, las policías se quedaron mudas de pie con su coraje (porque seguro esa también fue la indicación).


Me gustaría hablar del acoso sexual que las mujeres policías sufren de manera sistemática desde hace muchos años, de cómo esto muchas veces condena su carrera policiaca y que desde mi perspectiva se encuentran solas, porque ese acoso lo sufren en su mayoría por personas que pertenecen a la misma institución y no encuentran (ni parece encontrarán) sororidad ni refugio dentro de nuestra "lucha"".


Quiero hablar de María Luisa, mujer policía, madre de un niño de aproximadamente cuatro años, incendiada por su pareja, lanzada desnuda desde un auto andando. De Lupita, mujer, madre, también policía, a quien su pareja le enterró un desarmador en el vientre. De Guadalupe, madre de entonces una niña de once años, mujer policía, quien fue arrastrada, golpeada y pateada en todo el cuerpo a lo largo de tres cuadras por manifestantes del sector de salud, y quién salió de sus filas buscando el diálogo sin acatar las órdenes que sus jefes le dieron, los golpes cesaron cuando un hombre del cuerpo de paramédicos se lanzó sobre el cuerpo de Guadalupe y les rogó que por favor se detuvieran, Guadalupe tras dieciséis años de carrera policiaca tuvo que abandonar su oficio, su carrera, porque un mando que la acosaba desde hace muchos años la orilló a renunciar. Guadalupe dentro de sus experiencias también fue amenazada (me cuesta dar detalles de la amenaza, la simple idea en mi mente revienta dolor) por uno de los mandos cuando quiso hacer las cosas "bien". No, no era opción denunciar, pueden imaginarse por qué.

Me gustaría hablar de la mirada sostenida de la mujer policía quien cansada cedió a que se le lanzarán sobre el rostro más globos con pintura, mientras las compañeras se burlaban de ella. Me gustaría hablar de la mujer policía a quien una compañera le dijo; "pinche gata tu salario no te alcanza ni para limpiar tu pinche uniforme"; presumiéndoles que ellas SÍ estudian, presumiéndoles que ellas SÍ trabajan, cómo si fuera una actividad recreativa ser mujer policía, sin entender que en este país estudiar es un privilegio, que en este país poder denunciar también es un privilegio, que en este país decidir en qué trabajar muchísimas, casi incontables veces, también es un privilegio. En el afán de reclamar nuestros derechos estamos siendo inconscientes de nuestros privilegios e inconsistentes en nuestros discursos.


Abrazo el feminismo como una herramienta cotidiana, como un identificador de peligro, como un buen diesel para continuar, como un revelador de memorias que no tenían explicación, sin embargo no deja de ser perfectible, no deja de ser para mi necesario repensar y cuestionarnos todo, momento a momento.


Con esto no promuevo el abuso de poder, entiendo la situación, pero entiendo también que ellas vienen de una cadena de poder y me queda claro que ellas no son quienes jalan los hilos, no sé, me pasa que me da por ver personas bajo los uniformes, así como me da por descubrir mujeres detrás de las capuchas y me diluvian preguntas:

¿La red sorora dónde inicia y dónde termina? ¿Qué se necesita para entrar al club? Esperen, ¿era un club? Porque de pronto parece uno donde hay que cumplir ciertos estándares ¿Los criterios para obtener, o no, una membresía son delineados por un uniforme? ¿por un oficio? ¿A partir de un uniforme identificamos al enemigo? Queremos ser libres de decidir sobre nuestros cuerpos, sobre nuestras vidas, sobre nuestro transitar, sobre nuestros quehaceres, entre muchas otras cosas, pero a muchas de nosotras nos cuesta trabajo pensar o entender a la otra si no se nos parece, si no acciona en espejo en relación a nosotras, nos cuesta trabajo considerar su historia de vida, nos cuesta trabajo creer en una vocación que no empate con nuestras ideologías, nos cuesta trabajo sentarnos a suponer qué ha pasado enfrente ¿qué la llevo a ser -en este caso- policía? ¿la necesidad? ¿la vocación? ¿una historia tropezada? ¿las ganas de servir? ¿la oportunidad de acabar la escuela mientras se trabaja? ¿la presión de encontrar un trabajo? ¿un contacto familiar?

¿Esas mujeres al quitarse el uniforme de policías serían dignas de ser incluidas en nuestra red de apoyo? ¿Tenemos alguna oferta para ellas? ¿Reducimos nuestra lucha a ojo por ojo, diente por diente sin un criterio más elaborado? ¿No hay espacio dentro del feminismo para las mujeres policías? ¿Si eres mujer y eres policía estás incapacitada para ser feminista? ¿Es posible imaginar mujeres policías feministas? Sonrío.


Hay algo en esta estrategia que simplemente no me cuadra ¿no somos nosotras las de la lucha, las del plan, las de la estrategia? ¿no somos nosotras las que promovemos la práctica de la sororidad, el autocuidado, la equidad? exactamente en qué momento estamos dándoles pie a esas mujeres policías de pasarse al "bando de las buenas", de unirse a la lucha, de dejarlas apreciar que ellas también son parte de la respuesta. O también hay un bando separatista con las mujeres policías y estamos esperando se cierre el contrato con Musk para lanzar todo lo que no nos acomode al espacio.


No sé si es después de llamarlas "marranas" o antes de lanzarles las molotov, que ellas deberían tener esta epifanía, sentir el aire del feminismo sororo, bajar la guardia, abandonar sus escudos, sus cascos y cerrar filas con nosotras, sus compañeras que hablamos día a día de sororidad, amor y autocuidado y las esperamos de este lado del arcoíris.



El uniforme de la mujer policía me va pareciendo más una cárcel ambulante que un símbolo de poder, que muchas de ellas día con día portan con retazos de algo, que leo en sus miradas, muy parecido a la dignidad.


283 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Ser pulga

Comments


¡Escríbeme!

Thanks for submitting!

bottom of page