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Diamantina Rosa

Foto del escritor: Daniela Aguilar OrtizDaniela Aguilar Ortiz

Actualizado: 31 ago 2019


Monumento al Ángel de la Independencia después de manifestación feminista Ciudad de México 16, Agosto, 2019, Intervención digital. (Autora desconocida)









No fui a la marcha porque tuve miedo de ir sola. Me tomó meses digerir la idea de pintar monumentos y espacios públicos, me tomó meses digerir los vidrios rotos. Hoy, quizás por mi fijación con los colores me gusta más el Ángel así, hoy el Ángel por primera vez me parecía arte. Me reconozco en un proceso aún, donde me esfuerzo por construirme un criterio propio, un criterio que con suerte me perdure años “si no me matan” discretamente pienso, porque es normal para nosotras de pronto tener por pesadilla que te persiguen, o te violan, o te quieren matar y como es un sueño, TU sueño, logras escapar. Esto no tiene forma, me busco entre esto. Al ver el video del reportero o el del repartidor me queda una sensación de serpientes en el estómago, de decir ¡no mamen! ¡No, no mamen! Porque yo también he sido abusada, acosada, reprimida pero no por eso me va a dar risa que tiren a alguien de un golpe o apoyaré que se vandalice el rostro o los instrumentos de trabajo de alguien. Me he cuestionado todo el día si estoy mal, si es algo que aún debo trabajar. Pienso: Si un día desaparezco sé que ellas estarán ahí junto a mi madre, mi tía y mi hermana pidiendo justicia. Si fuese el contrario, incendiaría el mundo. Me tranquilizo un poco, lo respiro, si el señor de la bicicleta hubiese sido mi tío yo hubiese ardido en rabia, reventado mi garganta,si el reportero hubiese sido mi primo yo hubiese ido a auxiliarle ¿qué somos? ¿qué somos? Entiendo la furia, sé lo que es tener secuelas, sé la personalidad que se forma con los “después”, y aún así, aún así me cuesta pensarlo como la única vía, me cuesta incluso pensarlo como vía. No sé qué pensar, de verdad no sé qué pensar. Escribo y me cuestiono a la vez. Pienso, pienso. Hace unos meses una chica muy cercana a mi familia “desapareció” yo lloré su desaparición, me dolió, me enojé con el mundo “tan linda que es” pensé. A las 5 am la chica se comunicó con mi familia, por suerte le respondieron, dijo había logrado escapar. “Qué suerte, qué lista!" Pensé, me alegré, me sentí orgullosa de ella. La familia de la chica dudó de mi familia porque revisaron la última llamada, los hicieron sentirse cómplices de un secuestro, amenazaron a mi alguien pequeño de proceder en su contra por haber recibido la llamada, entraron prepotentes a su habitación, con familia “influyente” , mi ser pequeño pudo haber terminado preso. Por suerte mi ser pequeño es amenazantemente inteligente y grabó todo. La chica desaparecida volvió a comunicarse, después de dimes y diretes, dijo que estaba a una cuadra en un hotel, que la habían ido a meter después de haber estado muy lejos. Llegaron todos al rescate, mi familia, su familia. La chica relató su versión, entre lágrimas, supe. Alguien de mi familia al final se acercó con la persona de recepción, la chica desaparecida había hecho reservación con anticipación a su nombre, entró sola. Mi familia no quiso decir nada para no hacerlo más grande. Dudaron incluso de contármelo. Al final no supe qué pensar, semanas después vi a esta chica reaccionar con “me divierte” a una publicación de otra chica que también fingió su desaparición y a ella sí la cacharon. Pensé que esos actos le quitan legitimidad a la lucha, le roban voz a las que lo necesitan, que por culpa de esos actos se le desdibuja el peso de lo grave. No digo que no sucedan, suceden, suceden, claro que suceden ¡Maldita sea suceden! Hace unas semanas asesinaron a una mujer a unas cuadras, hace unos meses a una niña dos colonias a un lado en manos de otra chica. Sólo no dejo de cuestionarme ¿Qué somos? ¿A dónde vamos? Hace años mi madre me contó una experiencia que tuvo como policía, en un Blockbuster en los 90´s ella junto a una compañera se encontraban en una patrulla, reportaron una “novedad” por la radio. Una balacera, un compañero herido, entraron a robar al establecimiento y el policía “defendió”, ellas fueron a apoyar porque estaban en la zona, llegaron. Cuando llegaron él ya había fallecido, ahí, en el piso también. Lo conocían, su compañera mucho más que ella lo conocía, de tiempo, mucho tiempo. La gente alrededor reía, se burlaban “qué bueno”, “pues para eso les pagan pinches puercos”, gritaban. ¿Qué somos? ¿Por qué? Esta es una historia de muchas que podría contar. Hace unos meses a un amigo muy querido lo inculparon mientras iba de vuelta a casa de haber robado, lo metieron a una patrulla, lo golpearon, lo amagaron, cortaron cartucho sobre su cabeza, por milagro ¡literal milagro! y ayuda de gente que no fue indiferent, su papá lo encontró y abrió la puerta de la patrulla en el momento justo. Detestaría el mundo sin él, y sé que no fue el mismo después. Continúo pensando ¿por qué? ¿por qué? Hay muchas historias de estas también. Hace muchos años a una amiga de la familia -también policía-, su pareja, con el auto andando la desnudó, la golpeó, le roció spray y le incendió el pelo largo,chino, negro, la chica cayó del auto mientras aún andaba, tuvo suerte de no morir atropellada. Me ha tocado patrulleros que me ven con morbo, patrulleros que me ceden el paso, patrulleros que no, patrulleros que llegan mientras el teléfono aún no se cuelga, patrulleros que ponen la sirena pare saltarse semáforos y meterse en sentido contrario porque pueden, patrulleros que piden mordida porque les piden cuota “de arriba” y reciben el dinero con vergüenza, otros no, patrulleros que si estás a las 3am caminando sola te preguntan si todo bien. Taxistas que me insultan, taxistas que me cobran de más, taxistas que se masturban mientras estoy en el asiento trasero, taxistas que me cuentan un cuento por varias noches y que me cambia la percepción del mundo, taxistas que me cuentan cómo se sienten con sus vidas, taxistas que me cobran con taxímetro sin alterar…Me ha tocado teatreros generosos, teatreros aliados, teatreros machistas, teatreros que me piden " sexo salvaje", teatreros manipuladores y teatreros sinceros. Abogados corruptos y abogados que quieren ayudar por ayudar. Y entonces tengo historias, como todos las tenemos, ahora, después de bastante tiempo me cuesta mucho ser radical, me cuesta muchísimo evaluar a alguien por su uniforme, color de piel, por su religión, por su género, por su preferencia sexual, por su profesión u oficio y a partir de eso asumir que piensan tal o cual, que sienten así o asa, o que merecen algo determinado. He tenido miedo de algún día ser madre de una niña, he dejado de salir a la calle por querer salir sola y tener miedo de hacerlo, he sentido la tristeza e impotencia que se siente cuando el cuerpo es violentado, he llorado una desaparición aunque falsa, he pasado afuera de los edificios donde fue el último feminicidio en la colonia y sé que nunca volverá a ser igual, he sentido rabia y he llorado al leer notas de chicas que no conocí. Así que deseo el cambio suceda de alguna u otra manera, con grafiti, o con diamantina, con vidrios rotos o con bailes, con voces al unísono contando, o con gargantas a grito pelado, con stand ups, con arte, con amor propio, con justicia, con fuego, con resiliencia, con consciencia o con amor, como sea deseo que de alguna manera las líneas imaginarias de verdad se desdibujen, y vivamos fuerte y sin pausas. Lamento si ofendo a alguien, no es la intención.



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