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Toma aérea Viaducto Miguel Alemán y Av. Medellín, 1974 (Pinterest)
Esta mañana a las 8:45 am existió una mujer de quizás 38 años, parada en el centro de un puente en el viaducto, mirando los carros ir venir con un vaso del que fue un café y ya no era. Me identifiqué con ella. Me miré perdida, queriendo encontrarme en medio de todo eso que se ha construido para que existiéramos con la idea de felicidad de alguien. Me vi sin remedio. Me vi siendo nada en medio de todo, queriendo existir en mi versión y no en otra, y a la vez, queriendo ser yo siendo otra sí aceptada, otra más coherente, otra más simple, otra más entendida con el mundo y sus habitantes, otra que no cuestione ¡otra pues!... otra que le cause abulia complicar su existencia con cuestionamientos sin solución.
Me vi... Me observé, me intuí en su mirada extraviada con ganas de norte en esos diez segundos, me reconocí en alguien que sin palabras, sin girar su cuerpo hacia mi, sin beber lo mismo que bebo, o vestir como yo, seguro sin pensar igual a mi, sin tener la misma edad, sin saber nada de ella. Nada absolutamente nada, excepto que es mujer, que viste pantalones negros y chamarra negra está mañana, que tiene el cabello crespo, obscuro y que gusta del café, entendí una parte de ella, imaginé que teníamos un mundo aparte las dos.
Ciudad de México, 2014
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